Parentalidad paralela: cómo proteger a los hijos en casos de conflicto
Cuando una pareja con hijos decide separarse, lo ideal es establecer un modelo de coparenting, es decir, una colaboración fluida y respetuosa en la crianza, basada en la cooperación. Pero la realidad es que, en algunos casos, la comunicación entre progenitores es tan conflictiva que resulta casi imposible. En estos contextos, de relación tóxica entre progenitores ya sea por culpa de uno o de ambos, aparece un modelo alternativo: la parentalidad paralela, conocida en inglés como parallel parenting.
La parentalidad paralela es un estilo de ejercer la paternidad y la maternidad que busca minimizar el contacto entre progenitores, pero manteniendo al mismo tiempo la implicación activa de ambos en la vida de los hijos. Cada progenitor se encarga de tomar las decisiones cotidianas cuando los menores están con él o con ella, sin necesidad de consultar constantemente con el otro.
Este sistema se caracteriza por establecer normas claras y estructuradas: calendarios de visitas detallados, canales de comunicación limitados (a menudo por escrito, vía correo electrónico o aplicaciones específicas) y un acuerdo previo sobre cuestiones importantes (salud, elección de escuela, etc.). De esta manera, se reducen los enfrentamientos y se ofrece a los hijos un entorno más estable y previsible. En Cataluña, para hacer viable este modelo, es fundamental disponer de un plan de parentalidad bien trabajado, en el que se recojan todos los puntos mencionados. El Plan de Parentalidad funciona como una guía legalmente estructurada que anticipa conflictos y establece canales y normas claras para gestionarlos.
Un recurso práctico muy habitual es establecer que el intercambio de los hijos se realice en la escuela. Así se evita la presencia de un progenitor en casa del otro, reduciendo la posibilidad de encuentros incómodos y tensiones. Esta práctica es común en contextos de parentalidad paralela para disminuir la exposición de los menores a momentos de estrés entre sus progenitores.
Los principales beneficios de la parentalidad paralela son:
- Reducción del conflicto: al limitar el contacto directo, se evita exponer a los hijos a discusiones o tensiones.
- Protección emocional de los menores: los niños pueden relacionarse con cada progenitor sin sentirse atrapados en medio de disputas.
- Impulso de la autonomía parental: cada padre o madre puede ejercer su rol con independencia, dentro del tiempo que le corresponde.
No obstante, también presenta retos. La falta de comunicación puede generar incoherencias en hábitos o rutinas, y requiere un gran esfuerzo de autocontrol para respetar los acuerdos sin caer en provocaciones. En muchos casos, la mediación o la intervención judicial es necesaria para establecer un plan claro de parentalidad paralela.
En definitiva, la parentalidad paralela no es el modelo ideal, pero sí una herramienta útil y realista en situaciones de conflicto grave entre progenitores. Su objetivo no es que los padres se reconcilien, sino que aprendan a convivir con una mínima interacción, asegurando que los hijos sigan teniendo acceso a ambos progenitores en un entorno lo más seguro y saludable posible.

Esta entrada tiene 0 comentarios